domingo, mayo 27, 2007

"De Rusia con Amor..."

La espesa niebla apostada por doquier daba un espectral aspecto a cada ser o cosa en movimiento o inerte. Los autos aparecían de la nada y a medida que mis pasos avanzaban iban surgiendo más y más cosas que mi memoria recordaba que allí se encontraban. El frío era intenso y no era el único que tiritaba con la bajas temperaturas. Mis manos frías como el hielo buscaban refugio bajo mis brazos o en el fondo de los bolsillos de mi pantalón de mezclilla mientras que el viento helado, helado como beso mortal, golpeaba mi rostro sin cesar.

Era un día como para no salir de casa y permanecer quieto en el agradable calor de mi cama pero cuando las responsabilidades pesan no hay "peros" que valgan... Me levanté diez para las cinco de la mañana y, como de costumbre, toqué la puerta de la habitación de mi madre que me prepara el desayuno desde que tengo uso de razón y que jamás se perdonaría no hacerlo... Hace poquito fue el cumpleaños de mi madre, justo cinco días después del mío. Con todos mis hermanos nos pusimos de acuerdo y, del trato al hecho, pintamos la casa por dentro y por fuera, aunque decir "pintamos" suena a varios y debo de ser justo en aclarar que yo sólo colaboré económicamente pues por el trabajo no pude hacerlo activamente. La más entusiastas fueron mis hermanas Talia, Cris, Mila y Rochi, esta última hija de mi hermana Mila. Pintaron por las tardes y noches, él último día de pintado se quedaron hasta la una de la mañana pues estaba en vísperas el cumpleaños de mamá. La reunión fue sencilla pero muy simpática. Llegaron como invitadas tres hermanas de mi madre, las tías Lupe, Juana y Kathy. También vino, infaltable como siempre, la tía-abuela Demetria con quien mi madre compartió sus primeros años de vida en la entrañable Huallanca en un lazo que ni el tiempo podrá borrar de sus memorias. Rostros conocidos nos acompañaban, Ivette con sus mejillas lozanas y sonrisa de niña, como de aquella niña que se quedaba en casa mientras su madre trabajaba y que se acostumbró a decirle a mi madre: "Mamá Herminia" estaba allí convertida en toda una señorita y con su futuro ya resuelto pues sus estudios de odontología en una conocida universidad se encuentran muy avanzados, la madre de Ivette con sus rostro ajado por el infatigable paso del tiempo y que nos recuerda que este pasa por todos... ¿Cuánto habré cambiado yo mismo? ¿Cómo me recordarán ellos? Un par de brindis y la música que invade todos los rincones. Mamá baila muy bien para sus sesenta y pocos, papá parece muy contento, todos forman una rondan y uno por uno van bailando con mi madre y en el brillo de sus ojos se nota que es muy feliz.

Parece que fue ayer pero ya de eso un mes... Camino ocultado mi cuello con el polar azul marino que me han dado en el almacén, lo bueno es que es sábado, ad-portas de un fin de semana... Todos en el almacén parecen estar de muy buen humor. Todos parecen haber venido a excepción de Paquito. Walt parece molesto por la ausencia y no es que porque haya mucho trabajo pero sí porque hoy se juega la final del partido de fulbito y nuestro equipo por méritos propios y de manera inobjetable se encuentra en la final. Paquito apareció como a las ocho con cara de haber pasado una mala noche o buena, cuestión de punto de vista... Bric como de costumbre "batiéndome" todo el día tratando que reacciones pero no está en mis genes caer en su juego de palabras. "Loro", dispuesto a encontrarme un error para gritarlo a medio Mundo parece haberlo encontrado pero era algo que cualquiera se hubiese dado cuenta y lo mejor de todo era que la solución era sencilla, cosa que no pudo o no quiso entender, total si el cree que fue mi culpa la vez que se mandó mercadería incompleta, error que le fue endosado... Nada parecía enturbiar el día, era un sábado a todas luces alegre. Acabamos temprano con el trabajo. Salimos a comer fuera la "Carapulcada" que "Loro" había preparado como actividad pro-fondos para su familia y la verdad es que estaba deliciosa. Regresamos al almacén y ya los partidos de fútbol femenino habían empezado pero no podíamos descuidar el trabajo, aunque no había mucho que hacer y de vez en tanto apreciábamos algunas incidencias del encuentro por las puertas de ingreso y salida de mercadería. La que se llevaba la mirada de todos era la hermosa "Rusa", mujer de delgada, rubia, alta y de ampulosas caderas que ni el buso y el largo polo deportivo podían ocultar. También estaba Julia con su bien torneado cuerpo, radiante simpatía e infaltables lentes que no los dejó ni para jugar ese encuentro. Todos y cada uno del almacén fueron desertando y se iban a la "cancha". Yo no podía pues había que esperar a un proveedor. Apareció Rivadeneyra y el sólo se ofreció a realizar esa labor y yo se lo agradecí. Me fui a la "cancha", bellas anfitrionas repartían latas de Red Bull. Previó al encuentro final de fulbito se jugó un encuentro de Voley, lastimosamente el equipo de la Rusa perdió...

Todo quedaba listo para el encuentro final. El equipo estaba completo. Todos estábamos del mejor humor. Minutos antes Jhon y Percy, aparecieron con los bolsones negros llenos de coloridos globos de todo tamaño y forma. Nuestra barra tenía mucho color y calor humano, definitivamente éramos la mejor barra desde el primer encuentro. El árbitro, un moreno alto y deforme como un cerro, dio el pitazo inicial y empezaron las escaramuzas. Tuvimos muchas oportunidades y fue la ansiedad, las ganas de ganar, los que nos jugaron en contra pues todos los tiros o salían desviados o el arquero contrario contenían. El primer tiempo terminó cero a cero. Para el segundo las cosas no fueron diferentes, un sólo equipo atacando y muchas ocasiones desperdiciadas con el consiguiente mal humor de Paquito que parecía no estar contento con lo que sancionaba el árbitro ni con él mismo. En el último minuto de juego el equipo rival merced a un error nuestro estuvo a punto de anotar recordándonos que el fútbol no sabe de justicias ni de merecimientos sino de goles anotados. Se jugó un tiempo suplementario de diez minutos y lo que no se pudo hacer en dos tiempos de quince minutos se hizo en uno de diez. Ortiz abrió el camino con un golazo que encendió a la tribuna, todos se metieron a la cancha para celebrar. El segundo no se hizo esperar y fue Paquito quien selló la suerte con un gol que fue festejado fuera de la cancha con media tribuna corriendo detrás de él y le "llovieron algo más" que abrazos y felicitaciones. A pesar del cariñoso "apanado" Paquito regresó a la cancha con sus demás compañeros y sólo para escuchar el pitazo final-final de un encuentro lleno de suspenso, emociones y muchas alegrías... Apuré el paso para ganar los vestidores y salir antes de la aglomeración y aún desde allí se podían escuchar los gritos inequívocos de una victoria anunciada... Todos teníamos fé en que así sería... ;)