Para ser el primer día sin contar con la presencia de los chicos injustamente separados, por lo menos lo siento así por una cuestión más subjetiva que racional, el inicio, para mí, no fue nada auspicioso, al contrario, cometí varios errores de principiante que bien me hubiesen granjeado una pésima imagen ante los ojos de mi encargado que no es precisamente una persona que se caracterize por tener aquello que un personaje televisivo de antaño solía, como estribillo, repetir: "santa paciencia". Menos mal o para tranquilidad mía el encargado responsable se encontraba con licencia por lo que Parko, el encargado interino, tuvo paciencia con algunos de mis desatinos como hacer mitosis de una caja de mercadería y convertirla en dos para disgusto de Bric que no tiene el menor reparo en gritarme el descuido. Me sentía extraño recibiendo proveedores, por más que lo intentaba no podía concentrarme y cometí dos pequeños deslices más aunque sin ninguna consecuencia que lamentar.
Empezamos la semana con una corta lista de proveedores cuyas mercaderías no superaban las diez mil unidades en total. Así es que la situación era manejable aunque el ambiente de tristeza era más que evidente. El tío Lobo siempre atento a todo lo que pasa gritó: "¡No se me pongan tristes, alegría!" pero nadie hizo el más mínimo esfuerzo de sonreir es más me dieron ganas de enviarlo al fondo de un container... Los nuevos chicos que recientemente se han integrado al grupo no se desentonaron. Debo destacar la labor de Elías, un menudo muchacho, que demuestra gran despliegue. Me ayudo a bajar las cajas con la mercadería recepcionada, la llevó a la zona de revisión y hasta se dio el lujo de desarrollar su labor principal sin fallar una sola vez o si una aunque por ser la primera no está nada mal, al contrario superbien. Los chicos que se encargan de la revisión en la zona de trabajo mantienen altibajos, un nuevo grupo de apoyo ingresó y su rendimiento fue aceptable.
El martes la cosa se puso color hormiga pues ingresaron más de 30,000 unidades y a mi me tocó recepcionar una mercadería "hueso". Cada cajita tenía como diez o veinte códigos y tenía que ingresarlos uno a uno y el número de cajas se aproximaba a la centena. Empecé a las 7:10 de la mañana y terminé cerca de las diez con la cabeza echando humo y rogando que no me hubiese equivocado a la hora de ingresar una cantidad. No me cuadraron tres cajitas y tuve que arreglar el problema lo que me llevó al agotamiento mental. Ese día almorzamos a las tres y media de la tarde y aún tuvimos que quedarnos hasta las diez de la noche prestando apoyo a otra zona del almacén.
El miércoles apareció el encargado después de una semana de descanso. El almacén estaba a punto de colapsar con el ingreso de mercadería. Solamente nosotros teníamos 45,000 unidades para recepcionar y todo escaceaba. Tuve que prácticamente pelearme por conseguir parihuelas donde bajar mi mercadería y soportar encima la presión de mi encargado que no quería que me moviera de mi lugar pero no podía porque mi zona estaba repleta de mercadería y me era imposible trabajar así. Tuve que decirles a algunos proveedores, tratando se ser cortés, que tuviesen paciencia que pronto los atendería. Nuestra zona estaba llena de mercadería y la zona de revisión estaba a punto de estallar y encima que el super-supervisor tenía visita y se paseaba por la zona. Me tocó recepcionar calzado, las cajas pesaban más que yo y en más de una ocasión estuve a punto de irme para atrás, para burla de Bric, con la pesada carga. Apaciguada las aguas tuvimos que revisar la mercadería allí mismo sin llevarlas a su habitual destino y las chicas de Alfa que siempre traen ropa interior o mediecitas de bebé, trajeron esta vez mercadería hecha un desastre y que yo tuve que revisar con la misma dedicación con la que se arma un rompecabezas de 800 piezas. Y el encargado que gritaba: "¡Walt, WAAaaaaaalt, WAAAAAaaaaaaaaaalt!" cada cinco segundo que si no lo oyó Walt fue porque no quiso. Walt es el encargado de hacerle llegar la mercadería por proveedor chequeada y contada y si hay alguna diferencia hacércela llegar al encargado pero él no estaba para esperar y llamaba a gritos a Walt o se acercaba con paso envalentonado y con el gesto de un pistolero de western a la zona donde Walt, a su estilo, es el amo y señor... Ese día almorzamos a las tres y media y es seguro que a Walt le ardían las orejas por tantos "versos y dedicatorias"... Cerca a las cuatro de la tarde el almuerzo ya no es almuerzo, ya ni apetito sentía sólo languidecía en medio de puntos brillantes en mi espacio visual. Bric y otros chicos ya había acabado de comer cuando yo aparecí en el comedor. A la media hora apareció Walt muy tranquilo y poco después el encargado cuando yo me disponía a volver a la zona de trabajo. El miércoles nos quedamos hasta las once de la noche y Juan me preguntó si podía venir el sábado a trabajar y yo le dije que si mi presencia era imprescindible y el entendió el mensaje y me dijo que descansar hasta el lunes y eso pretendo. Compré "El nombre de la Rosa" en DVD una película que ví hace años y que a raíz de ello devoré avidamente el libro de Umberto Eco con el mismo nombre. Voy a descansar, voy a leer algunos libros que yacen empolvados en algún rincón de mi habitación, veré pelis, saldré de visita a casa de mi hermana y dormiré a la hora que quiera a pata suelta. Mi madre hizo hoy su clásico recorrido por no sé que número de iglesias, supongo que la tele estará llena de pelis sobre la vida, pasión y muerte de Cristo que la verdad en muy poco se diferencia de mi día a día...