Charito organizó en su casa de San Juan la fiesta de fin de año. Todos en la facultad llevaban el número de días en cuenta regresiva: "Faltan 20 días, faltan 19...". Yo había ido a su casa en un par de ocasiones por cuestiones de estudios. Su casa era de dos pisos, un enrejado al lado izquierdo de la misma sobre el que subía una enredadera y trás él la entrada con un piso de azulejos y maceteros con plantitas y flores diversas apostados en los muros laterales y a un costado, casi al final de la entrada, lado opuesto de la puerta principal, una escalera metálica en forma de caracol que conducía a las habitaciones superiores. Tras la puerta principal, con tallados en forma de olas, seguía una sala muy larga amoblada con un juego de sofás color crema, luego venía el comedor con una mesa y sillas de color café y un armario de cristal donde guardaban platos y demás. En las paredes habían cuadros con fotograías donde destacaba la figura de un hombre moreno con bigote espeso y uniforme de militar que era el padre de Charito y el infaltable cuadro donde posan los novios tras el paso crucial. En aquel lugar llevábamos a cabo nuestras reuniones grupales y bajo la atenta mirada de su mami, una mujer de aspecto severo y muy distinta a ella: Charito tenía el cabello lacio, la piel trigueña y los ojos achinados, mientras que su mami tenía el cabello ondulado, muy blanca la piel y los ojos claros y penetrantes como los de un terminator analizando de pies a cabeza a cada uno de sus visitantes, en especial a mí que era el único varón del grupo. La primera vez que Charito me presentó a su madre no supe como saludarla, si de beso como la habían hecho las chicas que me antecedieron en el saludo o dándole la mano, pero después de ver su rostro serísimo y su mirada acuciosa, inquisitiva, le extendí la mano como diciendo "trágame tierra", me sentí un reverendo tonto. Hay personas que te inhiben y ésta era una de ellas. El "detallazo" del saludo con mano extendida fue tomado muy en cuenta a la hora de las bromas en la reunión de trabajo y en días posteriores en las propias aulas univesitarias.
Ya por mi cuenta, fui otras tantas veces a su casa en bici, pues mi casa no distaba mucho de la de ella, llevándole algún video sin que ella me lo hubiese pedido. Bueno, supongo que así obramos todos los cazurros.
La Navidad la pasé en casa con la familia, las clásicas, aburridas y acartonadas reuniones familiares, pero la fiesta de fin de año tenía que ser en casa de Charito con todos los chicos de la facultad. Charito, con gran antelación, no iba a dejar que nadie le ganáse, había corrido la invitación a todos los chicos de la Escuela de Computación y de otras escuelas aledañas. También había hecho circular una especie de diario para que le dediquen algunas palabras. Días previos, yo, había tenido una discusión con Charito pues no me gustaba la manera déspota como se dirigía a mí en algunas ocasiones. El asunto es que yo estaba disgustado con ella y a ella le interesaba un pepino lo que yo pensara o sintiera. El punto es que la "autógrafa" o diario llego a mis manos y a pesar de que estaba algo resentido con ella puse "Que pases unas bonitas fiestas en compañía de tus seres más queridos. Te lo desea Javier, que te quiere a pesar de todo". Muchas veces escribo las cosas que me dicta el subconciente. Muchas personas que leyeron el diario malinterpretaron el mensaje como una media-declaración. Juanita, una de mis mejores amigas, me dijo que ya que había escrito eso aprovechara el momento para "mandarme" pero yo era muy tímido, y aún lo soy, para hacerlo .
En su casa la familia esperaba conocer a cada una de las personas que había escrito en la bendita autógrafa y en especial a la persona que había escrito aquel inefable mensaje. Como no tenía a quien llevar opté por llevar a mi hermana, de quince años, que se moría de aburrimiento pues se encontraba sola en casa después de haber peleado con su enamoradito. Antes pasamos por la casa de Óscar que también vivía en San Juan. Después fuimos a casa de César que vivía a cinco cuadras de la de Óscar. El grupo ya era grande pues César llevaba a su prima y a su hermano. Recuerdo que caminamos algunas cuadras bajo la espesa humareda de los muñecos quemados que daban la bienvenida al año nuevo. Llegamos a una avenida principal y abordamos un taxi que nos condujo hasta la casa de Charito, ubicada entre las calles Vargas Machuca y Pedro Miotta. César siempre risueño gastó algunas bromas durante el camino muy a su estilo. La fiestita ya había empezado y la gente llegaba de a pocos. Estaban el chato Eddy y su enamorada, un chica de piel broncínea, cabellos largos muy lacios y oscuros, y un busto generoso que hasta un ciego podría ver. Enrique, a la sazón mi inseparable compañero y confidente de mis penas, también se encontraba entre los recién llegados y de arranque saco a bailar a mi hermana a ritmo de "Two of Hearts".
Charito lucía radiante, besé su mejilla al saludarla y sentí su agradabilísimo perfume. Llevaba puesto un vestido suelto, largo y con la espalda descubierta, muy sensual. Era la primera vez que la veía así ataviada, en todo caso que la veíamos así, pues siempre iba a la universidad con poleritas y jeans. Lucía hermosa, se había maquillado y destacaban aún más sus finos rasgos. Bailaba muy bien, se contorneaba como una culebra pero de manera muy sensual que parecía otra Charito y no la chica seria de la universidad. Entre los presentes se encontraba "El Inmune", un chico serio, inteligente y cuyo apelativo respondía a su fama de ser un gran bebedor y con mucho más aguante que el resto de sus congéneres, también hijo de militar. Era muy sabido su interés por Charito e incluso sus amigas le querían hacer el corralito pero Charito se mostraba ajena y poco dispuesta a entablar cualquier relación pues le interesaban más los estudios que cualquier otra cosa.
La fiesta para mí no duró mucho pues al buscar a mi hermana la encontré sentada en un sofá con una cara de poco amigos que había espantado al propio Enrique. Al pasar por su lado, Enrique me dijo al oído que mi hermana estaba disgustada porque la había dejado sola con desconocidos. Cuando llegué a su lado, Paty, con todo el disfuerzo del Mundo y ya casi alzando la voz me dijo que se moría de aburrimiento ante tantos "viejos" por lo que opté en salir con ella a mucha prisa, algo contrariado y totalmente avergonzado, y sin despedirme de Charito, la anfitriona, y del resto de chicas y chicas. En la universidad Juanita me dijo que Charito había comentado de que yo me había ido de la fiesta sin despedirme pero Juanita, siempre buena amiga, le dijo que mi hermana tenía un cólico por lo que salimos de manera tan apresurada.
Mi fiesta de fin de año apenas duró media hora, creo que el viaje a casa de Charito duró más tiempo...
Ya por mi cuenta, fui otras tantas veces a su casa en bici, pues mi casa no distaba mucho de la de ella, llevándole algún video sin que ella me lo hubiese pedido. Bueno, supongo que así obramos todos los cazurros.
La Navidad la pasé en casa con la familia, las clásicas, aburridas y acartonadas reuniones familiares, pero la fiesta de fin de año tenía que ser en casa de Charito con todos los chicos de la facultad. Charito, con gran antelación, no iba a dejar que nadie le ganáse, había corrido la invitación a todos los chicos de la Escuela de Computación y de otras escuelas aledañas. También había hecho circular una especie de diario para que le dediquen algunas palabras. Días previos, yo, había tenido una discusión con Charito pues no me gustaba la manera déspota como se dirigía a mí en algunas ocasiones. El asunto es que yo estaba disgustado con ella y a ella le interesaba un pepino lo que yo pensara o sintiera. El punto es que la "autógrafa" o diario llego a mis manos y a pesar de que estaba algo resentido con ella puse "Que pases unas bonitas fiestas en compañía de tus seres más queridos. Te lo desea Javier, que te quiere a pesar de todo". Muchas veces escribo las cosas que me dicta el subconciente. Muchas personas que leyeron el diario malinterpretaron el mensaje como una media-declaración. Juanita, una de mis mejores amigas, me dijo que ya que había escrito eso aprovechara el momento para "mandarme" pero yo era muy tímido, y aún lo soy, para hacerlo .
En su casa la familia esperaba conocer a cada una de las personas que había escrito en la bendita autógrafa y en especial a la persona que había escrito aquel inefable mensaje. Como no tenía a quien llevar opté por llevar a mi hermana, de quince años, que se moría de aburrimiento pues se encontraba sola en casa después de haber peleado con su enamoradito. Antes pasamos por la casa de Óscar que también vivía en San Juan. Después fuimos a casa de César que vivía a cinco cuadras de la de Óscar. El grupo ya era grande pues César llevaba a su prima y a su hermano. Recuerdo que caminamos algunas cuadras bajo la espesa humareda de los muñecos quemados que daban la bienvenida al año nuevo. Llegamos a una avenida principal y abordamos un taxi que nos condujo hasta la casa de Charito, ubicada entre las calles Vargas Machuca y Pedro Miotta. César siempre risueño gastó algunas bromas durante el camino muy a su estilo. La fiestita ya había empezado y la gente llegaba de a pocos. Estaban el chato Eddy y su enamorada, un chica de piel broncínea, cabellos largos muy lacios y oscuros, y un busto generoso que hasta un ciego podría ver. Enrique, a la sazón mi inseparable compañero y confidente de mis penas, también se encontraba entre los recién llegados y de arranque saco a bailar a mi hermana a ritmo de "Two of Hearts".
Charito lucía radiante, besé su mejilla al saludarla y sentí su agradabilísimo perfume. Llevaba puesto un vestido suelto, largo y con la espalda descubierta, muy sensual. Era la primera vez que la veía así ataviada, en todo caso que la veíamos así, pues siempre iba a la universidad con poleritas y jeans. Lucía hermosa, se había maquillado y destacaban aún más sus finos rasgos. Bailaba muy bien, se contorneaba como una culebra pero de manera muy sensual que parecía otra Charito y no la chica seria de la universidad. Entre los presentes se encontraba "El Inmune", un chico serio, inteligente y cuyo apelativo respondía a su fama de ser un gran bebedor y con mucho más aguante que el resto de sus congéneres, también hijo de militar. Era muy sabido su interés por Charito e incluso sus amigas le querían hacer el corralito pero Charito se mostraba ajena y poco dispuesta a entablar cualquier relación pues le interesaban más los estudios que cualquier otra cosa.
La fiesta para mí no duró mucho pues al buscar a mi hermana la encontré sentada en un sofá con una cara de poco amigos que había espantado al propio Enrique. Al pasar por su lado, Enrique me dijo al oído que mi hermana estaba disgustada porque la había dejado sola con desconocidos. Cuando llegué a su lado, Paty, con todo el disfuerzo del Mundo y ya casi alzando la voz me dijo que se moría de aburrimiento ante tantos "viejos" por lo que opté en salir con ella a mucha prisa, algo contrariado y totalmente avergonzado, y sin despedirme de Charito, la anfitriona, y del resto de chicas y chicas. En la universidad Juanita me dijo que Charito había comentado de que yo me había ido de la fiesta sin despedirme pero Juanita, siempre buena amiga, le dijo que mi hermana tenía un cólico por lo que salimos de manera tan apresurada.
Mi fiesta de fin de año apenas duró media hora, creo que el viaje a casa de Charito duró más tiempo...