martes, junio 27, 2006

"Charito"

Seguir la carrera de moda (Computación), en aquel entonces, me estaba provocando muchos quebraderos de cabeza y más aún cuando la E.A.P. (Escuela Académica Profesional) de Computación pertenecía a la Facultad de Matemáticas conjuntamentes con las escuelas de Estadística, Investigación Operativa y Matemática Pura, y por añadidura, Matemáticas, la Facultad, mantenía una fuerte ligazón con la Facultad de Física. Uhhhmmmm, Ciencias, jamás he comulgado con las ciencias. Creo que nunca en mi vida, durante el tiempo que permanecí en la facultad, vi tantos números y fórmulas juntas elevadas a la enésima potencia.

Mi "fuerte" durante todo mi desarrollo escolar se encontraba en los cursos de letras y humanidades. Disfrutaba de las clases de Historia Universal con la señorita Nelly y de las de Lengua y Literatura con el profesor Milla ("Linterna Verde" para los "amigos", por el color de las lunas de sus gafas). Yo Adoraba a Bécquer y a su romanticismo cursilón ("Hoy la tierra y los cielos me sonríen; hoy llega al fondo de mi alma el sol; hoy la he visto.., la he visto y me ha mirado... ¡Hoy creo en Dios!"), un gustito que heredé de mi padre pues él tenía especial devoción por el autor hispano de rimas y leyendas.

Lunes y Jueves, Cálculo. Martes y Viernes, Álgebra. Mi dura sesera ante tantos teoremas y axiomas era un hervidero. Martín, Walter (el grande), Walter (el chico), Ramiro y Daniel se paseaban con las clases de Cálculo y Álgebra. Oscar, César y yo padecíamos con ellas. Mi respiro eran los miércoles pues llevábamos un curso de carrera con el profesor Galván. Nos enseñaba lenguajes de programación. El primer lenguaje que conocí fue el Fortran. Las computadoras eran enormes brontosaurios que se encontraban en la facultad de física. Recuerdo un pequeño teclado y una minúscula pantalla en la que se veía lo digitado pero los resultados de los programas se veían impresos tras un rudo tratequeo de una enorme impresora matricial de la época del Rey pepino. Los discos flexibles donde grabábamos la información, programas y datos se grababan en enormes discos flexibles algo más pequeños que una anacrónico L.P.

Y aquí entra a tallar Charito, la pequeña chica de ojos achinados, cabellos cortos y sonrisa de ratón. Siempre se mostraba seria y muy atenta en clases pero después de ellas hasta gastaba unas bromas. Pero momentos así eran contados y más aún cuando habían exámenes o entregas de trabajo de por medio. De esos momentos gratos, alegres figura la vez que hizo burla de mis dos nombres "Javier Alonso, Alonso Javier..., parece un nombre de actor de novelas". Yo me puse rojo como un tomate y tuve que sonreir pero el recreo había acabado y al instante ya había dado por inicio la reunión grupal. Ahh, me faltó añadir algo, a pedido de Juanita y Susana me incorporaron a su grupo. El grupo estaba formado por cuatro chicas: Charito, Juana, Susana, Rita y el invitado masculino: Yo. Las cuatros chicas eran unos "cráneos" pero la que era más extrovertida y dejaba los puntos sobre las íes bien puestas era Charito. Las reuniones no empezaban sin que ella estuviese presente. Un día tardó en llegar y la dimos por iniciada. Llego fresco con si nada hubiese pasado y cambió muchos de los avances que hasta entonces habíamos hecho: Tacho todas y cada una de nuestras ideas como mediocres y Rita se mostró molesta. Charito era muy hábil para escribir programas y los clásicos pantallazos de salida de datos con marquitos perfectos. Charito se la comía con la mirada a Rita. Después de un largo suspiro que pareció eterno, Charito increpó duramente a Rita diciéndole que si tenía algo que decir que hablara de una vez. Rita trató de mostrar su desazón pero al final sus reclamos se durmieron en nerviosos seseos y frases entrecortadas lo que le dio pie a Charito para atacarla con mayor fiereza. Rita se puso a llorar. Rita era la chica más tierna y tímida de los cachimbos y verla así me causó gran pena. Traté de calmar los ánimos. Hasta la dura Charito quebró su voz al ver llorar a Rita. Cuando el silencio era evidente metí mi cuchara y dije que era bueno que se digan las cosas que le disgustan a una de la otra y que a larga resultaba ser una buena forma de empezar una amistad mucho más genuina. No sé si ambas me escucharon pero definitivamente el ánimo no era de los mejores. Muchas de las ideas que habíamos planteado antes de que llegara Charito volvieron a la agenda.

A pesar del mal rato vivido Rita y Charito se volvieron inseparables y era común encontrarlas en el comedor. Yo iba acompañado de mi mejor amigo, Enrique, y él me daba ánimos para que me "mandase" con la inalcanzable Charito.


4 comentarios:

Rolando Escaró dijo...

vaya genio el de charito... si que habia que cobrar valor para decirle algo

Anónimo dijo...

Pero que grato y refrescante fue leer sobre aquellas epocas! gracias Javi.

Anónimo dijo...

Best regards from NY!
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Anónimo dijo...

Very cool design! Useful information. Go on! » »