Recuerdo a papá en bvd y short en un día caluroso haciendo uso de la máquina cortadora de madera. La práctica lo había convertido en un experto pero eso no lo libró de sufrir un accidente que nos preocupó a todos y que a la larga no pasó de un susto. Recuerdo los días de semana en los que tenía que armar un pedido para un cliente y todos nosotros ayudándolo a clavar las cajitas que luego forrábamos de papel regalo y que serviría como lugar de reposo y exhibición de vasos y copas. Papá llegaba en un taxi, nosotros lo esperábamos mirando por la ventana de la sala y luego en fila india cargando cajitas de tamaños y colores variados. Era nuestro pequeño negocio familiar. No éramos ricos materialmente hablando, la riqueza se encontraba en la felicidad que sentíamos al estar juntos pero que no se puede explicar sino sentir. Sufrimos de privaciones ciertamente pero éramos felices con mis padres y mis seis hermanos.
Papá se esmeró en contruir la casa, fuimos de los primeros en tener una casa de dos plantas en el barrio fruto del esfuerzo y de su forma ordenada de vida. Siempre fue una persona que le gustaba ahorrar pensando en que el mañana no lo sorprendiera y dejara a su familia en mala situación, su familia era y es lo primero.
Lo recuerdo serio inicialmente, un poco seco y vi también el cambio que mis hermanitas produjeron en él. Cristinita y Lita, luego la pequeña Talia preguntándole el por qué de su seriedad y él buscando cada vez una respuesta más convincente para las pequeñas curiosas. De serio, estricto, formal se convirtió en un tipo bonachón y con un gran sentido del humor. Tiene una simpatía natural que lo hace un ser muy apreciado por todos. Es de las personas que no baja la cabeza ante nadie, a todos los trata como a sus iguales.
Es muy inteligente y de vez en cuando discutimos tratando de imponer criterios pero siempre se impone en buena lid.
Es muy amoroso con mamá, en las mañnas los veo despedirse con un amoroso beso de eternos enamorados.
A pesar de que ya pasa con holgura los sesenta años conserva una jovialidad y salud que lo convierten en un ser sin edad, lo veo con los mismos ojos que hace veinte años y para mi se conserva tal y cual a mis recuerdos.
Verónica es su nieta, y le cedió el espacio que fue en antaño su humilde taller y que sirvió para el sustento de su frondoso familia.
Lo recuerdo llorando a solas cuando Patricia se fue a Argentina. Inicialmente él mismo le sugirió que viajara para forjarse una nueva vida pero que luego se arrepintió.
Sale a trabajar muy tempranito acompañado de mi mamá y cogidos del brazo, despidiéndose amorosomente como si se tratase del primer beso de enamorados.
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