Ya han pasado dos semanas y algo más desde el fuerte movimiento sísmico que azotó gran parte de la costa peruana y uno de los principales puntos que quedó muy en claro es que no estamos preparados para afrontar tales percances. Particularmente, fui testigo de la manera como muchas personas, grandes y pequeños, salieron atropelladamente de sus viviendas y los llantos, lamentos, frases fatalistas fueron una constante.
Otro punto que debo destacar es la persistente centralización por más que se hable de lo contrario. Si la zona más afectada hubiese sido Lima otro habría sido el cantar. En este caso fue Pisco y otras ciudades de Ica las más afectadas. Destacable las encomiables muestras de solidaridad de los peruanos y de otras partes del Mundo para con las personas que perdieron a seres queridos y bienes materiales. Aunque la ayudó tardó y eso provocó desesperación y excesos. Excesos, por ejemplo, como de algunas empresas de transporte que en lugar de llevar a personas preocupadas por ver in situ la situación de sus parientes elevaron los precios de los pasajes, lucrando con el dolor y la desesperación ajenas. Si bien es cierto que como reza la frase "defensa civil somos todos" y los representates políticos y municipales los que deben estar a la cabeza de estas instituciones civiles, vimos comos los puentes que servirían para canalizar la ayuda a los damnificados no funcionaron provocando el desbande en muchos casos a través de saqueos y robos a mansalva, así como haciendo tráfico y usufructo de donaciones. Los primeros días la ayuda jamás llegó a buen destino por más muestras de admirable solidaridad de buenas personas en pro de sus hermanos.
Lamentable la muerte de tantas personas. Más de doscientas fallecieron dentro de una iglesia mientras celebraban una misa y otras tantas murieron aplastadas por las paredes de su casas construidas con material deleznable: adobe y quincha. Aunque edificaciones de mucha mayor envergadura también sufrieron fuertes daños por la cercanía a la zona del epicentro.
En Lima muchas viviendas antiguas fueron afectadas, como también colegios en los que estudian cientos de estudiantes. En mi distrito, uno de los colegios más afectados fue el "Héroes de San Juan" cuyas paredes mal construidas colapsaron ante la fuerte arremetida sísmica. En Villa el Salvador también fueron afectados varios colegios. Uno de ellos es el "Príncipe de Asturias", ubicado en la avenida Vallejo, cuyas paredes no soportaron el sismo. Ya han pasado dos semanasa y algo más..., y aún sigue siendo un peligro para los estudiantes y público en general que transitan por estas calles pues grandes bloques a punto de desplomarse permanecen, de milagro, a vista y paciencia de todos. Que no sea la desidia o la indiferencia la que provoque nuevas víctimas.
El domingo estuve platicando con mi sobrina Verónica, estudiantes del colegio RDA de Villa el Salvador, y me dijo que a pesar de que su salón, ubicado en un segundo piso, tiene sólo tres años de construido, muestra una flagrante grieta en el techo por donde discurre el agua de la lluvia y que según el director, Defensa Civil ha aprobado el dictado de clases en éstas instalaciones, ¿a quién debo creerle?