Miércoles, 15 de Agosto
11 y 18 minutos de la noche y los movimientos, muchos más leves, por cierto, que el de las 6:41 de esta tarde-noche se siguen produciendo... Los invitados a la fiesta de cumpleaños de mi padre cancelaron sus visitas, por una cuestión muy fácil de entender ¿no?. No logro contactarme con mi hermana que vive en Villa el Salvador. Hoy también es el cumpleaños de mi hermana cristina y han venido sus cuñados, sobrinos y suegra que por cierto es la persona más nerviosa que puedan imaginar... Aunque, esta noche he sido testigo de muchas escenas de pánico prtagonizados más por adultos que por niños. Una señora lloraba a mares junto a su niño de unos dos o tres años que no entendía lo que ocurría. Yo salí cargando a Valeria que recién se acaba de despertar pues en la tarde estuvo con fiebre y luego de darle una cucharada de Paracetamol la acosté. Para sacarla a la calle tuve que abrigarla con un poncho que cogí del cuarto de mi madre. No parecía muy asustada. La llevé hasta el centro del parque y nos acurrucamos en una banco, yo salí con un polo corto y me "pelaba de frío", Vale parecía no sentir el frío pues se lo pregunté varias veces. Sólo después de ver las manifestaciones de pánico de la gente mayor y de nuestras continúas salidas a la calle por las réplicas constantes tomó conciencia de lo que es el miedo, una sensación que muchas veces no se puede controlar...
Jueves, 16 de Agosto
Esta mañana llegué muy temprano al almacén. El camino de acceso al mismo se encontra bloqueado y al único lugar que podíamos dirigirnos era al patio de maniobras. Desde allí se podían observar daños en algunos sectores de la infraestructura. Parte del techo de las oficinas principales hechas de material liviano habían cedido y caído ante el bamboleo del movimiento telúrico. Primero había que inspeccionar el interior para ver si se daban las condiciones de seguridad. Las primeras salidas de los encargados fueron negativas. Habían sectores con rajaduras, grietas en el piso e incluso una de las computadoras había caído al piso por el brusco y prolongado movimiento. Permanecimos en el patio hasta aproximadamente las doce del día, hora en la que entramos al almacén para realizar un pequeño simulacro que sirvió para refrescar nuestros conocimientos sobre como evacuar o salir del local a la hora de un siniestro. Trabajamos sólo hasta los cinco pues en el interior se carece de equipos de iluminación de emergencia en caso de que se produzca un apagón. El super-supervisor apelando a su soberbio discurso ("no les digo más cosas para no confundirlos, ¿entienden?) nos contó su experiencia dentro del almacén y como tuvo que soplarse el terremoto entero en medio de la penumbra (¡Cómo no se cayó el techo sobre su pelada cabeza! -broma cruel-) y que fue sólo su tranquilidad la que lo mantuvo ecuánime ante tal incidente, habrá que creerle pues... Yo solo pensaba en mis sobrinas y después del trabajo fui a visitarlas. Estaba bien aunque con cierto temor. Vero no paraba de preguntarme cómo habían sentido el temblor en San Juan y yo se lo explique sin caer en tantos detalles. "Fue horrible" me dijo, se asustó mucho. Un problema extra que tienen que padecer buena parte de los pobladores de Villa el Salvador es la ausencia de energía eléctrica y lo más probable es que se prolongue hasta el sábado por daños en la infraestructura eléctrica. Tuve que irme temprano porque Villa estaba en penumbra y para varira cuando me encontraba en el carro se produjo un leve remezón, noticia que me retransmitió una chica que escuchaba la radio, al lado mío, en el bus que me trajo a casa.
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