lunes, agosto 07, 2006

"Una clase de Historia"

Cada vez que el profesor de Historia del Perú llevaba una de sus delgadas, huesudas y casi transparentes manos a la altura del pecho sabíamos que era para sacar unos pliegos amarillentos que contenían las preguntas para la siguiente clase, parecían tan antiguos que lucían como los del acta de la independencia, supuse que los venía utilizando por mucho tiempo y a través de varias generaciones de estudiantes que me había precedido bajo estas mismas paredes y estas mismas carpetas. Asimismo, asignaba los temas de exposición con los que solíamos abrir las clases de Historia de los lunes después de la formación de rigor.

Los lunes era días muy pesados. Disfrutaba intensamente de los eternos encuentros de fulbito de los domingos con los chicos del barrio y lo último que deseaba era que llegara el lunes. Los buses iban repletos y para llegar a tiempo salía a las seis y cuarenta de la mañana de casa. Tomaba el "Venegas" que volteaba, viniendo de Surco, por el puente Atocongo para de allí dirigirse hacia Miraflores. Bajaba a la altura del puente Ricardo Palma para ver mi antiguo colegio primario y de allí me dirigía hacia el parque central de Miraflores, pasaba por la iglesia y cruzaba entero el parque Kennedy hasta llegar a la calle Bellavista donde estaba ubicado mi colegio.

Apenas abrían la pequeña puerta ubicada en el corazón del gran portón negro todos se agolpaban para entrar. El auxiliar levantaba amenazante una gruesa regla de madera pero prontamente era rebasado por el variopinto tropel humano. En el patio, lleno de desniveles, se formaban grupitos y se levantaban voces sin ton ni son. El intenso murmullo de voces y fuertes risotadas juveniles sólo era acallado por el timbre de formación. Se formaban las filas. El auxiliar pedía distancia para que las filas se mostrasen más ordenadas. Los profesores ya estaban ubicados al frente de la formación y el director, esperando que se hiciese el silencio, nos pedía que llevásemos nuestro mano derecha al pecho para entonar el himno patrio que terminaba con un fuerte y estruendoso !Viva el Perú! y sonoros aplausos que espantaban a las palomas que se había posado en algún techo aledaño.

El Director improvisaba un discurso que fácilmente podía durar media hora. Tenía, éste, un aspecto menudo, el cabello blanco, la nariz respingada y unos ojos saltones que nos recordaba a un duende. Sus ademanes eran finos y perfectamente estudiados, debía haber estudiado oratoria. Terminado el discurso pasábamos de manera ordenada a nuestras aulas. Antes que llegara el profesor todos repasaban mentalmente el tema a exponer. El método memorístico era muy utilizado entonces y la gran mayoría daba la lección de paporreta y sin entender a ciencia cierta la mitad de lo expuesto, suficiente perder una palabra para perder la hilación total de la exposición. Y fue así cómo a mí ocurrió. Yo hacía alarde de una memoria prodigiosa, podía recordar nombres, fechas y podía recitar, con la debida entonación y darle sentido a mis expresiones, por un muy buen tiempo la lección pero en aquel entonces los cambios de niño a púber me jugaron una mala pasada. Antes podía concentrarme en los estudios pero con los cambios a esta nueva etapa aparecieron también nuevas distracciones. No preparé bien mi tema a exponer. Recité la primera parte de paporreta pero al llegar a la mitad una nube blanca cruzó por mi mente. Olvidé la lección por completo, me quedé helado al frente de la clase sin reaccionar ni hacer el menor movimiento. Todos mis compañeros me miraban sorprendidos, era la primera que me ocurría algo así aunque era un hecho muy común que le ocurriese lo mismo a otros compañeros. "Mamapancha", como lo llamábamos al profesor de Historia, se solazaba de mi desgracia y de entre sus carrizos surgía una burlona sonrisa. Y con una voz nasal y cachosa dijo: "Qué pasó, se acabó la pita... ¡Asiento!". Me ardían las mejillas, las orejas y todo yo, me sentía una tea humana. Totalmente azorado y en medio de una vorágine mental me dirigí hacia mi asiento y me dejé caer en él. Mi compañero de carpeta, no dijo nada, sólo me veía con unos ojos llenos de sorpresa y con cierto temor porque él era el próximo en dar la lección.


1 comentario:

Javicentrico dijo...

Recuerdo mis lunes en el Colegio
como estudié en un colegio
de la Fuerza Aérea
todos los lunes había
formación en el patio
principal y cantabamos
el Himno de la Fuerza Aerea
Luego el Himno nacional
Luego el Director hablaba...

Ya no quiero recordarlo más!!!

:-(

Escuchando: It's Over Now by Deborah Cox