Desde que empezó el día, por lo menos para mí, a las 5:45 a.m. supuse que mi afección bronquial ya estaba superada, podía hablar con claridad sin que me doliera la garganta, y mi bronquis parecían encontrarse despejados, pero conforme trascurrían las primeras horas de la mañana mi situación fue de regular a malo y después a peor... Tenía que llevar mercadería a los boxes de salida a las tantas sucursales que tiene esta empresa y estando enfundado en una gruesa chompa de lana sudaba a mares. Me quité la chompa y pude sentir como el húmedo polo se pegaba a mis costillas. De vez en tanto un acceso de tos inmanejable venía a incomodarme, aunado a eso un fuerte resfriado que me impedía respirar. Tuve que asignarle mi a Corongo que feliz de dejar la tediosa tarea de chequeo de mercadería cogió el scanner y se puso a "jalar" y "jalar" mercadería a los boxes. Yo entré a la zona de trabajo a revisar mercadería y encontré un par de errores en ella: Códigos por otros, mercadería incompletas y demás. Menos mal que nuestro encargado nos dejo salir temprano a almorzar pero comunicándonos que teníamos que quedarnos hasta las seis de la tarde apoyando en otra zona. Reyna, un chico delgado, campechano mostró cierta desazón pues sólo había dormido dos horas. La noche anterior había sostenido un tórrido encuentro con una ex previos vinitos...
Yo pensaba pedir permiso temprano para retirarme pues el olor seco de las cajas aumentaba mi dificultad para respirar pero el ánimo del grupo me hizo quedar. "Barrimos", literalmente, con toda la mercadería que se nos asignó para revisar y terminamos muy puntuales. Yo fui uno de los primeros en salir. Con Bric caminamos como diez cuadras para llegar a su paradero y abordamos una combi que iba como alma que lleva el diablo. Llegué a casa y no había nadie. Todos han salido a una matiné que ya dura horas. Encontré sobre el radio de la sala el celular de Verónica, mi sobrina de diez años, que también vino especialmente para ir a esa reunión. Así es que un par de horas, después de la fiestita, van a estar conmigo las dos niñas que más adoro: Verónica y Valeria, y que no se ponga celosa Karina, la hermana del medio, pues ella es la engreída de su papi.
Con Verónica me une una ligazón muy especial. Tengo un feeling con los niños, aunque algunos, en especial mi hermana y cuñado, dicen que soy un tío sumamente engreidor y que por ende malcrío a sus hijas. Verónica vivió en nuestra casa hasta los 4 años y luego, junto con sus padres y hermano, pues entonces sólo tenía un hermano, se mudaron a su nueva casa de Villa el Salvador. De pena, nostalgia, desesperación de estar lejos de sus queridos: abuelos y tíos, le sobrevino una crisis de ausencia que, después de tomografías, encegalográmas y otros exámenes, sería el inicio de convivir con la epilepsia. Yo la acompañé en más de una ocasión al hospital. Se hizo "caserita" del hospital y ya estaba acostumbrada a los pinchazos para extraerle sangre. Actualmente está medicada con ácido valproico que toma, religiosamente, dos veces al día. Yo quizás la engrío porque me preocupo por ella. Sus padres a raíz de la enfermedad extremaron cuidado hasta convertirla en una niña dependiente de las decisiones de sus padres. La noto insegura y algo flojita en sus estudios pues para "evitar" que le sobrevenga una nueva crisis, su madre le decía que no estudiara mucho y que descansara. A la larga éstas licencias tuvieron más que complicaciones. Antes la notaba muy despierta, sobre todo en el Kinder, pero ahora lee con dificultad y eso impide que tenga una noción clara de las cosas que lee. Cuando leo entiende pero cuando ella misma lo hace pierde la hilación y el sentido de todo. Su padre la amenazó con comprar un "San Martín" (una especie de látigo con tres puntas) y yo le dije que eso era una salvajada. Hablé con Verónica a solas y le hice entender cual era su situación. Espero que haya entendido por más que haya dicho que así fue. Esta noche la voy a ver y conversaré algo más extra.
También regresa Valeria, la pequeña de 4 años, que de seguro no me dejara tranquilo hasta que le ponga la colección completa de clásicos de Disney... Soy un tío engreídor, definitivamente...
Yo pensaba pedir permiso temprano para retirarme pues el olor seco de las cajas aumentaba mi dificultad para respirar pero el ánimo del grupo me hizo quedar. "Barrimos", literalmente, con toda la mercadería que se nos asignó para revisar y terminamos muy puntuales. Yo fui uno de los primeros en salir. Con Bric caminamos como diez cuadras para llegar a su paradero y abordamos una combi que iba como alma que lleva el diablo. Llegué a casa y no había nadie. Todos han salido a una matiné que ya dura horas. Encontré sobre el radio de la sala el celular de Verónica, mi sobrina de diez años, que también vino especialmente para ir a esa reunión. Así es que un par de horas, después de la fiestita, van a estar conmigo las dos niñas que más adoro: Verónica y Valeria, y que no se ponga celosa Karina, la hermana del medio, pues ella es la engreída de su papi.
Con Verónica me une una ligazón muy especial. Tengo un feeling con los niños, aunque algunos, en especial mi hermana y cuñado, dicen que soy un tío sumamente engreidor y que por ende malcrío a sus hijas. Verónica vivió en nuestra casa hasta los 4 años y luego, junto con sus padres y hermano, pues entonces sólo tenía un hermano, se mudaron a su nueva casa de Villa el Salvador. De pena, nostalgia, desesperación de estar lejos de sus queridos: abuelos y tíos, le sobrevino una crisis de ausencia que, después de tomografías, encegalográmas y otros exámenes, sería el inicio de convivir con la epilepsia. Yo la acompañé en más de una ocasión al hospital. Se hizo "caserita" del hospital y ya estaba acostumbrada a los pinchazos para extraerle sangre. Actualmente está medicada con ácido valproico que toma, religiosamente, dos veces al día. Yo quizás la engrío porque me preocupo por ella. Sus padres a raíz de la enfermedad extremaron cuidado hasta convertirla en una niña dependiente de las decisiones de sus padres. La noto insegura y algo flojita en sus estudios pues para "evitar" que le sobrevenga una nueva crisis, su madre le decía que no estudiara mucho y que descansara. A la larga éstas licencias tuvieron más que complicaciones. Antes la notaba muy despierta, sobre todo en el Kinder, pero ahora lee con dificultad y eso impide que tenga una noción clara de las cosas que lee. Cuando leo entiende pero cuando ella misma lo hace pierde la hilación y el sentido de todo. Su padre la amenazó con comprar un "San Martín" (una especie de látigo con tres puntas) y yo le dije que eso era una salvajada. Hablé con Verónica a solas y le hice entender cual era su situación. Espero que haya entendido por más que haya dicho que así fue. Esta noche la voy a ver y conversaré algo más extra.
También regresa Valeria, la pequeña de 4 años, que de seguro no me dejara tranquilo hasta que le ponga la colección completa de clásicos de Disney... Soy un tío engreídor, definitivamente...
1 comentario:
yo hubiese querido tener un tio ingreidor, lo mas cercano que tube fue un primo que me engreia, siempre que venia me traia un regalo, pero han pasado los años y cuando ya no era tan chica, pues tube unos problemillas con él...
y bueno ahora nada. Ya no hablamos, y ademas creo que esta en Huancavelica o por ahi... no sé
Son pocas las suertudas
salu2
:)
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