viernes, setiembre 01, 2006

"¡Vete al carajo!"

El Jueves, el mal humor fue un elemento recurrente durante la mayor parte de aquel día. El descontrol, los exabruptos, las palabras gruesas, los gritos destemplados, los desatinos, las crisis nerviosas, la desesperación, se hicieron presentes para afearnos la jornada laboral, ni mencionar la exigüa paga de fin de mes porque hablar de eso sería otra cantaleta que de seguro terminaría por avinagrarme la vida entera.

Recibimos una gran cantidad de mercadería y revisarla constituyó una tarea titánica. Las horas resultaron muy cortas y el jefe encargado estaba hecho un pichín. Jamás lo había visto tan molesto y en especial con la persona a la que había delegado cierta responsabilidad: Walt. El jefe lo presionaba a él y él me presionaba a mí que cumplía mis funciones específicas pero, como siempre, parecía no comprender. Llegó un momento en que perdí la paciencia y prácticamente le grité recordándole cuál era mi función y a quienes podía recurrir para que lo apoyaran en aquellos menesteres en los que necesitaba ayuda. Bric me dijo que faltaba orden en la zona de trabajo y por eso cometíamos una serie de errores o cuellos de botella que sólo nos quitaban tiempo y tiempo era lo que nos faltaba, también me hizo otra observación y que yo terminé por apoyar cuando me dijo que nuestro jefe encargado había cometido un terrible error a escoger a Walt como el responsable de la zona de trabajo pues no conocía la metodología de trabajo más adecuada para acelerar el trabajo ni tampoco podía ejercer dominio o o don de mando sobre el grupo en vista de su escasa educación. Walt sustituye eficiencia con picardía, que al final no resulta lo mismo. No basta con ser el más extrovertido del grupo para que pueda dominar al grupo sino designa funciones específicas y sobre todo porque no sabe oir, me pide consejos pero al final no los toma en cuenta y persiste en su actitud de buscar el error y condenar con crueldad que en buscar la forma de evitarlos. Ayer quise mandarlo, a Walt, un par de veces al carajo pero hubiese sido una pérdida de tiempo total y me mantuve en mis cabales después de expectorar una tanto la rabia del momento pero en los mejores términos posibles. El jefe encargado no me decía nada a mí porque sabía que está cumpliendo con mis funciones y que el problema se encontraba en el corazón del grupo. En más de una ocasión Walt trató de indisponerme con el encargado gritando a voz en cuello que hiciera algo que ya le había dicho que no iba a hacer porque me encontraba cumpliendo mis funciones definidas, obvio que "la camita" no le surtió efecto.

Se supone que debíamos terminar a la una de la tarde pero terminamos a las tres. Veira, un asustadizo muchacho se traumó cuando muy cerca de él nuestro encargado le llamó la atención a Walt de una manera grosera. El chico se afanaba en revisar su mercadería hecho un manojo de nervios y cuando le pregunté por qué había sacado la mercadería sin envolver ni pegar los rótulos me dijo que Walt le había dicho que lo deje así para que yo los pegara... Le llamé la atención pero me contestó de una manera histérica, lo calmé un poco y al final terminó por sellar las cajas y pegarles el rótulo correspondiente. Los últimos en dejar la zona de trabajo fuimos Walt y yo. Como siempre el sistema de cómputo nos jugó una mala pasada y tuvimos que asignar la mercadería a pedidos en forma manual. Mientras caminábamos, Walt y yo, con destino al comedor trató de actuar como si nada hubiera pasada, por mi parte no soy una persona rencorosa pero no puedo decir lo mismo de otras personas. Me estuvo pidiendo consejos para mejorar el trabajo, pero como siempre no prestaba atención a lo que yo decía y terminaba por responder él mismo a sus propias dudas...

A la salida del trabajo, Bric y yo, nos dirigimos al banco pero antes teníamos que atravesar el enorme terral hasta llegar a nuestro paradero. Mientras conversábamos nos dio alcance y traspasó Veira. Parecía hipnotizado, ido. Tuvimos que gritarle para que volviera en sí. Parecía nervioso y preocupado y de frente nos dijo lo que había oído cuando el encargado le llamó la atención a Walt. Balbuceaba nerviosamente y llegó un instante en que sus ojos se le humedecieron. Estaba llorando. Los tres nos dirgimos a cobrar al banco de la Bolichera, en realidad yo acompañaba a los dos porque había cobrado un día antes, total el banco queda cerca de mi casa y le hacía compañía a mis dos amigos. Veira se quedó a tramitar sus tarjeta de depósito, Bric cobró rápidamente. Dejamos sólo a un nervioso Veira en el banco. Hoy Veira no vino a trabajar espero que no haya tirado la toalla por los malos ratos que vivió, al parecer aún no está curtido contra las hieles de la vida. Espero que estés bien amigo...

Mañana sábado, Dios mediante, me espera una nueva jornada deportiva, espero no perder la costumbre de estar en el lugar preciso en el momento preciso para anotar un gol. Mi seudo-fama de goleador se ha expandido como reguero de polvora. Seguro que todos nos vamos a distender y a sacudir de la mala vibra, espero que las sacudidas, por mi parte, no sean en base a patadas para amenguar mi "sed goleadora" Ja ja ja. Y hablando de sed por allí dicen que el premio al equipo campeón será una caja de cerveza, no sé cómo pero haré una "finta" para no estar presente en las celebraciones pues el licor me sabe a desmadre...


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