Ayer y hoy, todos en la zona de trabajo, me estuvieron "batiendo" con lo de "goleador". Hasta Juan, nuestro jefe encargado, me estuvo "cargando" con el tema pero no le di oportunidad para que siga con la retahíla de burlas de muy buena onda pero que ya me estaban colmando la paciencia. Detesté, desde un principio, la cantaleta de "el goleador, el goleador..." que coreaba Viaña cada vez que me veía y que yo soportaba serenamente aunque, en el fondo, sin poder contener ni ocultar una media sonrisa cómplice después de todo. Estoy acostumbrado al perfil bajo y por ende no me gusta ser el centro de atención y menos con una hecho tan futil como ser el goleador de encuentros entre tipos sin físico por el exceso de trabajo. Bueno, no puedo hacerme mala sangre por las tomaduras de pelo y tendré que soportar los chistes de todo tono, al respecto, mientras dure lo que tenga que durar...
Hoy almorzamos a las tres en punto. Faltaron dos empleados de la zona y el trabajo se hizo cuesta arriba. No me dí abasto para soportar la llegada de los proveedores. Incluso, Walt, un compañero a quien Juan delegó cierta responsabilidad, me estuvo presionando de mala manera. Yo cumplo con mi trabajo y no hago milagros pero él no parece entenderlo.
Mientras almorzábamos, en el comedor, conversamos con la señora de la AFP y le manifesté que no podía ingresar a la página de Integra para ver mi cuenta por una posible caída de su servidor, me prometió averiguar el motivo no sin antes ampliarme el tema de los beneficios que alcanzaré cuando me jubile con su AFP por su alta rentabilidad. Acabada la conversa, con la señora, como para bajar el almuerzo estuve dialogando con mis compañeros acerca de los "golpes de suerte".
Bric nos contó acerca de un amigo, en su época de mataperradas, con el que caminaba de Surquillo a Miraflores y que tenía la manía de mirar siempre hacia el suelo como si buscara en él un tesoro en medio de la vereda o en un montículo de basura. Varias veces le "ligó" pues encontró, en más de una ocasión, dentro de bolsitas plásticas, dinero que algún "precavido" y a la vez distraído peatón dejó caer sobre la fría vereda. Nos contó que los fines de semana, su amigo, después de beber hasta las dos de la mañana salía a recorrer las calles del céntrico distrito y encontraba su fortuna a la vuelta de la esquina en forma de billetes verdes de variada denominación o de simples pero apreciables soles bien peruanos... "Charapa", nos contó la vez que, caminando por las calles del centro, pateó una pequeña cajetilla de cigarros, pero no cualquier cajetilla ¡eh!, algo en su interior le llamó poderosamente la atención. Con el puntapié que le dio -a la cajetilla- ésta se abrió dejando entrever algo... La recogió y miró con cuidado, en el interior había algo enrollado y sujeto con una liga. Sus ojos se llenaron de un brillo intenso al verificar que se trataban de 350 dólares bien verdes y bien americanos. Ni corto ni perezoso se alejó del lugar con la cajetilla en lo más hondo del bolsillo derecho. Pero ahí no paró la cosa, pues "Charapa" nos dijo que no era la primera vez que había encontrado dinero en su vida... Él, vivía en la selva en una región sumamente convulsionada por el narco-terrorismo y era "común", como ver la tele, ver cadáveres entre los espesos matorrales o flotando en el río. Cerca de su chacra, donde para variar cultivaba hojas de coca para abastecer el gran mercado estupefaciente, acompañado de su padre, divisó un bulto que llamó su atención. Sintió temor y llamó a su padre que no conoce la palabra ni el sentimiento de miedo, y que éste se acercó hacia aquel lugar dejando atrás al pequeño. Lo que "Charapa" pudo espectar con sus temerosos ojos de niño, después de vencer el temblor que doblegaban sus rodillas, fue el cuerpo de una persona cuya cabeza había sido seccionada totalmente del cuerpo cubierto ahora de barro. Se le heló la sangre sólo al contemplarlo con el rabillo del ojo pues no se atrevía a mirarlo directamente, pero su padre, con la más pasmosa tranquilidad, se acercó al cadaver atraído por la hermosa correa que el cuerpo llevaba sujeto a la cintura. Sintió un bulto en uno de los bolsillos y volteó todo el contenido. Hecho un amasijo húmedo encontró 5,000 dólares. Si el dinero llega fácil, fácil se va... No les duró mucho pues los despilfarraron en banalidades. A "Charapa" le llamaba la atención la frialdad con la que actuaba su padre, nos contó la vez que hallaron flotando sobre el río el cuerpo de un sujeto gordo, muy gordo. Su padre, de "Charapa", con mucho esfuerzo lo sacó a la orilla y realizó la operación de rutina. En sus bolsillos sólo halló 20 dólares pero su mirada no pudo despegarse del brillo que de la boca del sujeto manaba. Tenía tres dientes de oro. Una mirada malévola se dibujo en los ojos de su padre quien cogiendo una pesada piedra del río la descargó con gran violencia sobre la boca del sujeto...
Nuestra conversa quedó trunca allí pues nos dieron las cuatro de la tarde y aún nos quedaba una hora más de trabajo...
Hoy almorzamos a las tres en punto. Faltaron dos empleados de la zona y el trabajo se hizo cuesta arriba. No me dí abasto para soportar la llegada de los proveedores. Incluso, Walt, un compañero a quien Juan delegó cierta responsabilidad, me estuvo presionando de mala manera. Yo cumplo con mi trabajo y no hago milagros pero él no parece entenderlo.
Mientras almorzábamos, en el comedor, conversamos con la señora de la AFP y le manifesté que no podía ingresar a la página de Integra para ver mi cuenta por una posible caída de su servidor, me prometió averiguar el motivo no sin antes ampliarme el tema de los beneficios que alcanzaré cuando me jubile con su AFP por su alta rentabilidad. Acabada la conversa, con la señora, como para bajar el almuerzo estuve dialogando con mis compañeros acerca de los "golpes de suerte".
Bric nos contó acerca de un amigo, en su época de mataperradas, con el que caminaba de Surquillo a Miraflores y que tenía la manía de mirar siempre hacia el suelo como si buscara en él un tesoro en medio de la vereda o en un montículo de basura. Varias veces le "ligó" pues encontró, en más de una ocasión, dentro de bolsitas plásticas, dinero que algún "precavido" y a la vez distraído peatón dejó caer sobre la fría vereda. Nos contó que los fines de semana, su amigo, después de beber hasta las dos de la mañana salía a recorrer las calles del céntrico distrito y encontraba su fortuna a la vuelta de la esquina en forma de billetes verdes de variada denominación o de simples pero apreciables soles bien peruanos... "Charapa", nos contó la vez que, caminando por las calles del centro, pateó una pequeña cajetilla de cigarros, pero no cualquier cajetilla ¡eh!, algo en su interior le llamó poderosamente la atención. Con el puntapié que le dio -a la cajetilla- ésta se abrió dejando entrever algo... La recogió y miró con cuidado, en el interior había algo enrollado y sujeto con una liga. Sus ojos se llenaron de un brillo intenso al verificar que se trataban de 350 dólares bien verdes y bien americanos. Ni corto ni perezoso se alejó del lugar con la cajetilla en lo más hondo del bolsillo derecho. Pero ahí no paró la cosa, pues "Charapa" nos dijo que no era la primera vez que había encontrado dinero en su vida... Él, vivía en la selva en una región sumamente convulsionada por el narco-terrorismo y era "común", como ver la tele, ver cadáveres entre los espesos matorrales o flotando en el río. Cerca de su chacra, donde para variar cultivaba hojas de coca para abastecer el gran mercado estupefaciente, acompañado de su padre, divisó un bulto que llamó su atención. Sintió temor y llamó a su padre que no conoce la palabra ni el sentimiento de miedo, y que éste se acercó hacia aquel lugar dejando atrás al pequeño. Lo que "Charapa" pudo espectar con sus temerosos ojos de niño, después de vencer el temblor que doblegaban sus rodillas, fue el cuerpo de una persona cuya cabeza había sido seccionada totalmente del cuerpo cubierto ahora de barro. Se le heló la sangre sólo al contemplarlo con el rabillo del ojo pues no se atrevía a mirarlo directamente, pero su padre, con la más pasmosa tranquilidad, se acercó al cadaver atraído por la hermosa correa que el cuerpo llevaba sujeto a la cintura. Sintió un bulto en uno de los bolsillos y volteó todo el contenido. Hecho un amasijo húmedo encontró 5,000 dólares. Si el dinero llega fácil, fácil se va... No les duró mucho pues los despilfarraron en banalidades. A "Charapa" le llamaba la atención la frialdad con la que actuaba su padre, nos contó la vez que hallaron flotando sobre el río el cuerpo de un sujeto gordo, muy gordo. Su padre, de "Charapa", con mucho esfuerzo lo sacó a la orilla y realizó la operación de rutina. En sus bolsillos sólo halló 20 dólares pero su mirada no pudo despegarse del brillo que de la boca del sujeto manaba. Tenía tres dientes de oro. Una mirada malévola se dibujo en los ojos de su padre quien cogiendo una pesada piedra del río la descargó con gran violencia sobre la boca del sujeto...
Nuestra conversa quedó trunca allí pues nos dieron las cuatro de la tarde y aún nos quedaba una hora más de trabajo...
2 comentarios:
bien sangre fria el señor ese para sacarle los dientes de oro al muerto, eso si me sacó de cuadro...
JO JO JO
Que buenos "golpes de suerte".
Una vez un taxista me dijo que el tenia suerte pues creia en dios y que siempre rezaba y todo el día escuchaba musica cristiana ... es mas escuchaba misa en su carro y le daba la paz a sus pasajeros. Segun el nunca pecaba.
Bueno, el punto es que me comento que una vez un pasajero se olvido una billetera con $1000 y que el se agaroo los $1000 y tiro la billetera con documentos en la casa de su pasajero. Y por eso tenia suerte, porque Dios siempre lo cuidaba porque nunca pecaba (?!)
Escuchando: Changes by 2Pac
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