martes, diciembre 19, 2006

"Navidad en la arena..."

El Domingo entero lo pasé en casa de mi hermana, la cual se encuentra ubicada en el distrito de Villa el Salvador, una zona populosa que emerge, como un oasis, del arenal con una fama dispar... Creo que tanto en verano como en invierno suelo padecer al caminar por sus calles, no hay veredas ni pistas en muchas zonas o si las hay éstas se muestran abruptamente truncas; sólo las avenidas principales cuentan con asfaltado. En invierno los vientos helados mezclados con la brisa marina me calan hasta los huesos generándome, a su vez, frecuentes y exasperantes carrasperas, y en verano el calor incesante que se concentra en la arena hace de la más corta caminata la más cruenta e insufrible Vía Crucis...


Apenas llegué y vi a mi hermana lidiando con sus pequeñas hijas para enviarlas, a ellas solas, a la chocolatada de la menor. No podía permitir que salieran solas por más que mi hermana dijera que Vero ya tiene diez años, una edad prudente para hacerse responsable de la pequeña Karina de 6. Igual insistí y terminé por llevarlas yo mismo al colegio, lugar donde se llevaría a cabo la chocolatada. Sin embargo, al llegar al portón principal del colegio, nos encontramos con una larga cola y mucho desorden por lo que decidí, contando con la aprobación de las niñas, y para no desilusionar a la pequeña Karina, que esperaba un regalo junto con la chocolatada, llevarlas al mercado para comprarles, de manera adelantada, los juguetes que ellas quisieran, obviamente ajustándome al presupuesto de mi nada holgada economía. Abordamos una mototaxi que nos llevó hasta el mercado de Velasco que se encuentra por la ruta C. Un olor nauseabundo surgía de un desagüe colindante a un campo de fútbol ubicado en las proximidades del mercado. Frente al mismo se encontraban apostados decenas de vendedores ambulantes que copan las orillas de las pistas dejando muy poco espacio para el tránsito de las personas. Generalmente venden allí artículos usados, otros en estado calamitoso y hasta "inservibles"... He visto que venden cintas de VHS, Beta y hasta celulares de la época del Rey Pepino. De vez en cuando he encontrado entre los cachivaches algunos buenos libros, como aquel de las "Tradiciones peruanas" por el que sólo pagué dos soles y "Sartoris" de William Faulkner, en perfecto estado, y que me costó tres soles el ejemplar. A mis sobrinas les compré, en varias ocasiones, cuentos y libros con adivinanzas y trabalenguas para que se distraigan. Pero ésta vez el caso era distinto pues tendría que acatar el pedido de las niñas pues se supone que la Navidad es para los niños y no me considero tan ruín como para arruinarles el "sentido" de la Navidad por más que mis pensamientos me conduzcan, con mediana certeza, a considerar a éstas fiestas como algo meramente comercial.

Karina escogió un juego de cocina y Vero lo mismo, y pensando en Valeria que se encontraba en caso me sugirieron que le comprase una muñeca con una ajuar completo. La gracia, a pesar de mis malos presagios, no se salió de lo presupuestado por lo que pude respirar con alivio. De camino a casa, cruzando arenales como beduínos en el desierto, estuvimos jugando con la cámara del celular. Verónica lucía sus mejillas coloradotas y sus pecas casi imperceptibles. Karina, blanca, pálida, casi transparente parecía no sufrir los estragos del asfixiante clima ni por asomo. Pasamos por el colegio y aún había gente agolpada en las puertas y niños saliendo contentos llevando entre sus manos un juguete de a sol.

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