Dedicado a Kat, por lo que eres y lo que sientes...
La primera vez que notamos su presencia nuestros corazoncitos latieron a mas de cien, retuvimos la respiración por mucho tiempo hasta convertirnos en pequeñas criaturitas azules (similares a los pitufos). La Profesora de Canto era un encanto. Su nombre Abdela. El salón de clases se inundó y rebalsó en suspiros y caras estúpidas "al por mayor".
Todos, se disputaban la gracia de capturar, aunque sea, por un instante la atención de la maestra. Ella era muy bonita, jovial, desenvuelta, dueña de un ángel y carisma únicos. Se robaba el corazón de todos (de los grandes y de los chiquitos). Hasta el profesor de Historia (tremendo viejo verde) se desvivía en atenciones y gentilezas para con la joven y bella damisela. La señorita Abdela debería de estar frisando los veinte y poco años.
La primera vez que notamos su presencia nuestros corazoncitos latieron a mas de cien, retuvimos la respiración por mucho tiempo hasta convertirnos en pequeñas criaturitas azules (similares a los pitufos). La Profesora de Canto era un encanto. Su nombre Abdela. El salón de clases se inundó y rebalsó en suspiros y caras estúpidas "al por mayor".
Todos, se disputaban la gracia de capturar, aunque sea, por un instante la atención de la maestra. Ella era muy bonita, jovial, desenvuelta, dueña de un ángel y carisma únicos. Se robaba el corazón de todos (de los grandes y de los chiquitos). Hasta el profesor de Historia (tremendo viejo verde) se desvivía en atenciones y gentilezas para con la joven y bella damisela. La señorita Abdela debería de estar frisando los veinte y poco años.
Nuestras miradas, la buscaban en aulas, pasillos y hasta en la misma dirección (lugar inexpugnable y de acceso restringido a los alumnos). Muchas veces la vimos rodeada de los maestros (viejos, panzones) que se mostraban, en esos momentos, nerviosos y sonrojados ante el encanto y frescura de la agradabilísima Profesora de Canto.
Se mostraba muy apasionada a la hora de dictar su curso. Nos introdujo en el mundo de los pentagramas, redondas, negras, corcheas y semicorcheas... Su boquita perfecta, a la hora de emitir una siempre esperada nota de Sol o un Do de pecho, nos llevaba a las nubes y cerrábamos nuestras boquitas en forma de piquito esperando un beso etéreo...
También tenía su carácter. Gracia, encanto, no es sinónimo de tontita. Si notaba una desatención o indisciplina en alguno de sus pupilos inmediatamente ponía en vereda al descarriado. Una mañana, tuvo toda la hora de clases parando y mirando a la pared al descarriado "Chipy" Minaya...
Fuera del horario de clases y dentro de ellas (las que más disfrutábamos al perder alguna clase aburrida), organizaba salidas y visitas a iglesias, teatros, museos y otros lugares de interés. Con la mayoría de maestros los "paseítos" eran un total descalabro pero con la señorita Abdela nos comportábamos como perfectos caballeros... Visitamos, una vez, las Catacumbas en el centro. A ratos jugábamos a las escondidas y "golpe avisa" pero suspendíamos esos juegos y adoptábamos el acartonamiento y conservadurismo intemporales ante sus expresivos y hermosos ojos color miel... Sin embargo, el "Chipy" Minaya no podía con su genio y entre sus ropas saco el fémur de un antepasado nuestro, el cual tiró en plena pista para que los autos y buses pasaran por encima...
Todos aprobamos su curso y como prueba final tuvimos que cantar el Himno Nacional en la ceremonia de clausura del año escolar. Lo habíamos ensayado cientos de veces pero a la hora de la verdad nos invadió el pánico escénico. Unos cantaban a ritmo de vals otros de Rock... Perdimos el compás, nos enredamos en el pentagrama musical, tropezamos con las corcheas, redondas, negras y semicorcheas, y caímos en el pozo de la vergüenza. Éramos un chiste. Todos se reían de nosotros. Los profesores a pesar de lo solemne de la ceremonia tampoco pudieron contener y dejaron escapar alguna risilla risueña. Nosotros colorados como tomates nos mantuvimos firmes tratando de mantener la compostura. La Profesora trataba de calmarnos... Los asistentes a la ceremonia se desternillaban en risas y comentarios. El alumnado en general hacía leña del árbol caído... Acabada nuestra intervención nos dirigimos a nuestras ubicaciones en el patio de formación, desplazándonos lerdamente como si nos hubiesen apaleado...Pasado el tiempo de vergüenza y burlas nos despedimos hasta el próximo año de maestros y demás compañeros... Algunos lograron robarle un beso a la maestra y se sentían en las nubes.
Una llamada de alerta general nos convocó a un pequeño conciliábulo. La noticia traería cola: La señorita Fonseca (Abdela) se casa... "El Pato" lo vió en el pizarrín de la dirección. Clavado con un par de alfileres estaba el parte matrimonial. Todos nos quedamos helados y "tristones". Una diatermia severa no nos vendría mal. Sentimos el ruido de decenas de corazoncitos rompiéndose como frágiles hojas de cristal ("triz"). Dándonos el pésame respectivo, deshechamos los planes de casarnos con la profesora después de acabar el colegio.
Javier Alonso
2 comentarios:
Muy cierto. La srta. Fonseca conquistaba a cuanto alumno - y profesor - se le cruzara. Afortunado el mortal que logró conquistar su tan deseado corazón
Me sorprendes amigo javier ni remotamente tenia la idea que te sentias atraido de esa manera de nuestra tan bella profesora pues tu demostrabas bastante coherencia en comparacion con todos nostros . Espero que eswos viejos tiempos donde nosotrso eramos muy buenos amigos quizas regrese aunque cada uno haya seguido su camino en la vida gracias al destino nuevamente nos cruzamos y espero que esta vez la amistad entre todos nosotros se siga manteniendo por mucho tiempo excelente remenbranza de nuestra vida de colegial mi estimado Javier Chanta Flores. atte Jose Heredia.
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