viernes, noviembre 23, 2007

"Gastritis segura"

Hoy sí que sentí gran admiración por el Cachorro, se bancó hasta las cinco de la tarde y sin comer. Yo salí a merendar pasadas las 3 y 40 a insistencia, empellones y gritos (tiene voz estentórea para su defensa) del mismo Cachorro...

Tenía la vejiga a punto de estallar. Me desplazaba raudamente con automatismos por los largos pasillos del almacén con la desazón clavada en las entrañas y las ideas flotando por encima de sétimo cielo. Cuando llegué al comedor algunos quisieron gastarme bromas pero no estaba de humor para escuchar sandeces. Estaba preocupado por el Cachorro. Metí mi taper con comida al horno y me fui al baño a finiquitar con el pendiente... Abundante agua corrió por mis rostro en un afán estéril por despertar de este día de pesadilla.

Creo que no tardé más de media hora en comer, no le hallé el gusto al lomito que mi madre me había preparado por la mañanita. Poco a poco el comedor se fue vaceando y sólo quedamos dos. Terminé de comer y Jordi, un buen amigo y colaborador, me hizo compañía hasta la zona de trabajo.

Ahora mi paso fue mas pausado, conversábamos de cualquier cosa como para aligerar el mal rato. Cuando llegué a la zona vi al Cachorro prácticamente ahogado en mercadería por devolver y haciéndose trizas el cerebro tratando de cuadrarla.

Vladi se daba cuenta del supremo esfuerzo del Cachorro pero no le dijo nada... Obvio que no, pues estaba aquejado por una faringitis in extremir aguda que le hacía parecerse a Marlon Brando en "El Padrino".

Sus ojitos recorrían en uno y otro sentido la mercadería. Se paraba,cogía algunas cajitas, veía los códigos y sentaba frente a la computadora para enviar un correo. El Cachorro lucía fatigado pero no por eso cejó al momento de cumplir con sus tareas y yo sin poder ayudar, sientiéndome una nulidad. Entré en Shock al verlo así, no me dieron ganas de hacer nada. Sentí gran desasociego. Una tristeza "tristísima" se apoderó de mi...

Llamé a Lizzy y como siempre recibí una respuesta acorde a lo solicitado, es re-amable y siempre dispuesta a absolver cualquier duda que le plantee. Aunque debo de reconocer que soy un pésimo alumno, la profesora es magnífica pero no creo estar a su altura... Y doy gracias a Dios que no es de las maestras que agarran a coscorrones a los malos estudiantes porque sino tendría la cabeza hecha una chirimoya. ¡Gracias teacher!

Bueno, ya me dio sueño, leeré un par de páginas de la "El vuelo de la ceniza" de Alonso Cueto y luego me iré a dormir. Vale ya no está, su mamá se la llevó a casa. Bueno, no está mi princesa, la veré el domingo...

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