Aprovecho estos minutos de la mañana, antes de irme a trabajar, para hacer el recuento de lo que pasó ayer... Un poco cansado, agripadísimo, afiebrado, con un agudo dolor en la garganta, pero satisfecho por el esfuerzo realizado tanto individual como grupalmente.
Ayer después de nuestro trabajo habitual nos dieron dos tareas extras. Partieron a nuestro grupo en dos: Uno con trece personas y otro, en el que encontraba yo, de seis. Al grupo mayor le dieron tarea fuerte pero manejable dentro de un plazo determinado. Los encargados se fueron así es que tuve que estar al pendiente de ese grupo. Por momentos noté que flaqueban, conversaban y perdían ritmo de trabajo pero apenas me veían trataban de volver al ritmo y no es que yo sea una persona prepotente, intolerante, y menos delatora. Sólo les pedí que se concentrarán en su labor pues al frente teníamos una tarea pesada y con sólo seis personas nos podía tomar varias horas.
Walt dijo que les habían dicho que se quedaran sólamente hasta las nueve y la mayoría era de ese parecer: Terminaban y se iban.
Nosotros, al frente, con juguetería no nos dábamos abasto. Teníamos que ponerle 3 etiquetas a cada juguete y éstas se mostraban pegajosas e inmanejables retrasando nuestra labor.
Diez para la nueve regresé a la zona de revisión donde estaba el grupo mayor y hablé de manera personalizada con cada uno de ellos. Ya casi habían culminado su trabajo y ya pensaban en retirarse. No les hablé en grupo porque allí habrían surgido voces negativas que hubieran provocado una deserción masiva. Hablé con cada una de las trece personas. Me sentí como en la Isla del Gallo pero no los reté. El Cachorro no fue a hablar con ellos porque quizás lo hubiera regado toda por su impaciencia y hubiera terminado por botar a "patadas" a los indecisos. Así es que de manera sincera, diplomática, personal y apelando a lo emotivo les pedí apoyo, la mayoría respondió bien e inmediatamente partieron al frente para apoyarnos. Tres me dijeron que estaban cansados y que preferían retirarse, yo no me opuse, les dije que entendía su cansancio y que si lo deseban podían irse, de todos modos le agradecí por haberme escuchado. Uno se fue asi es que ni pude hablar con él. Quedaban nueve entonces, contando con Walt que objetó que se quedarán pues el trabajo era sólo hasta las nueve noche, lo que generó indecisión en unos cuantos y les volví a hablar que sin su apoyo en lugar de una nos iba a tomar dos horas y media, y que yo si estaba dispuesto a quedarme hasta culminar con el trabajo. Se convencieron y se quedaron. Al poco rato apareció Walt por el frente, pensé que se iba, pero se quedó. Cuando vino Luchito el encargado de esa mercadería, Walt, trató de tomar la batuta del grupo pero no lo logró. Yo me acerqué donde Lucho, le di un apretón de mano, y le dije que no lo íbamos a abandonar sin antes dejar el trabajo culminado.
La alegría era contagiante. La adrenalina estaba al cien por cien. Las chicas nuevas del trabajo, como para poner la nota bella al asunto, pasaron por la zona despertando a los galanes que no se cansaron de piropearlas. Con mucho entusiasmo trabajamos y terminamos a las diez en punto. Cansados pero satisfechos...
Cuando nos los proponemos podemos formar el mejor grupo de trabajo... Gracias.
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